La pegajosa, asfixiante y carísima multiplicación de artificios institucionales pretendidamente dirigidos a satisfacer necesidades sociales detectadas por el Estado y sus fracciones, impregna cada
minuto de nuestra existencia enredándonos progresivamente en una melaza infecta que, imperceptiblemente, anega nuestras vidas.
El procedimiento fundacional de estas invenciones consta de varias etapas:
- Se detecta una necesidad social (real o inventada)
- Se genera una estructura administrativa para satisfacerla
- Se crea un número determinado de puestos de trabajo (muchos bien remunerados) para gestionar esa estructura
Luego resulta que la necesidad social no existía pero que la
estructura consume recursos públicos que los encargados de gestionarla
necesitan para subsistir. El chiringuito está funcionando, y así, hasta el fin
de los tiempos.
Por ejemplo el bable. ¿Quién coño habla bable? No se
preocupen, en unos años será vendido como un signo de identidad indisociable del
ser asturiano, una necesidad social que todos los buenos asturianos demandan.
Aunque sólo sea para satisfacer las necesidades financieras de todos los
encargados del montaje.
Esto creará, como mecanismo necesario para la supervivencia
de las estructuras de impulso al bable, la contraposición entre el buen
asturiano que usa el bable y el mal asturiano que no lo usa. La carrera hacia
la marginación del que no hable bable habrá comenzado. Si creen que esto es una
exageración, pueden echar una ojeada a Galicia, País Vasco, Cataluña o
Baleares.
Seremos entonces los felices destinatarios de un nuevo
conjunto de normas y de un montón tipejos encargados de imponerlas.
Todo esto generará costes reales que aumentarán el gasto
público para satisfacer falsas necesidades que ocultarán el auténtico propósito
del tinglado: seguir existiendo.
Por supuesto, la derechita cobarde (reveladora descripción
descubierta por VOX) se apresurará a gestionar racionalmente el nuevo engendro….fracasando
más tarde o más temprano y entregando, al fin, la gestión a los elementos más
radicales. Lo hemos visto. Lo veremos.
Los organismos se perpetúan independientemente de que
subsista la necesidad que llevó a crearlos. Mucho más cuando, realmente, nunca
existió tal necesidad.
Por ejemplo la OTAN. Si Occidente quiere una organización
que intervenga en determinados lugares del mundo…se crea un Ejército de
Occidente o de la Libertad o Anticomunista o como se quiera llamar. ¿Qué sentido
tiene usar una organización que nació para defenderse de la Unión Soviética?
Buenas noticias, la URSS ya no existe. Sin embargo, la OTAN tiene miembros de
dudosa vocación pro-occidental. Por ejemplo Albania o Turquía.
La OTAN no es necesaria en su actual configuración, pero sigue
existiendo. Lo mismo que las organizaciones creadas para difundir el uso del
bable.