Soy un asiduo usuario de Facebook.
Hace unos años recibí una advertencia que
justificaba la no inclusión de un post que, según las normas de la compañía, no
reunía los requisitos de idoneidad para ser publicado.
Se me acusaba de incitación al odio y se
me invitaba a reflexionar sobre mi regreso al camino del bien.
Si bien no recuerdo la entrada que tal
consideración recibió, me parece que tenía que ver con la discriminación que
significaban las leyes LGTB.
Los temas tabú han ido creciendo en
función del avance de la izquierda que, ahora, incorpora
- una nueva visión no igualitaria de
las relaciones hombre-mujer
- una estigmatización de Occidente
personalizada en EEUU
- un menosprecio de la Empresa, la
libertad de comercio y la propiedad privada
- una defensa de los delincuentes en detrimento de las víctimas
- una apología de los regímenes liberticidas o, en el mejor de los casos, una
equidistancia entre los opresores y los oprimidos.
Comoquiera que las grandes empresas tienen
perspicaces observadores de las correlaciones de fuerzas y avisados analistas
de los derroteros que toman las sociedades, Facebook se ha dado
cuenta de que los vientos soplan a favor del Foro Sao Paulo, la Open Society Foundation, Rusia Today y el poder económico chino. Lo llamaré, como hacía Bush, el Eje del Mal.
El Eje del Mal basa
su fuerza creciente en el control de la disidencia y en la obstaculización de
la libre opinión y el carácter disolvente que, para sus planes, tiene la
crítica de quienes se oponen a su proyecto.
Facebook contribuye
sutilmente a mantener la corrección política que conviene a los intereses
del Eje del Mal pues considera que es inteligente favorecer al
Poder en ascenso que, en no mucho tiempo, deberá decidir sobre cuestiones que
afectarán a su cuenta de resultados.
Por supuesto esta contribución ha de ser
apenas perceptible. Facebook no puede suprimir abiertamente
toda opinión contraria al intervencionismo estatal y a su ideario liberticida.
Hay métodos mucho más silentes y discretos.
Basta con suspender la publicación de
posts escritos por gente que no respete la corrección política o critiquen
mordazmente al Gobierno o utilicen palabras gruesas o expresiones crudas sobre
la acción política, propagandística o sindical. Por ejemplo, yo.
Pasado un tiempo se pueden volver a
incluir estos comentarios. No se podrá decir que Facebook rechaza
o censura un texto.
Lo que pasa es que Facebook tiene
dos modos de ordenar los posts
- Más relevante
Están incluidos en esta categoría los
posts que Facebook, en virtud de criterios que desconozco, considera de interés
para la comunidad.
Por supuesto los textos producidos por
sujetos sospechosos o incluidos en la lista negra nunca son considerados
relevantes.
- Más reciente
Aquí si es importante la maniobra de
suspender la inclusión del comentario unas horas después de haberse producido
la primera inserción. Esto da tiempo a que el post pase a ocupar la posición
número 37 (por ejemplo) y que, para llegar a esa posición haya que bajar y
bajar por la página.
La mayoría de la gente no hace eso y lee,
principalmente, los 8 ó 10 posts que figuran en las posiciones más altas.
También he observado que los comentarios a
noticias de periódicos digitales ya no aparecen en Facebook. Antes, una casilla
de verificación indicaba si el comentarista deseaba que su comentario apareciese
en Facebook o cualquiera de las redes sociales admitidas por el diario digital
de que se tratase. Ahora sigue habiendo casilla – que yo marco – pero ya no
aparecen en Facebook las noticias que
comento. Esto es otro castigo o medida de prevención por no ceñirme al guión.
Inteligentes medidas de control para
regular el acceso a las noticias procedentes de personas “non gratas”…..al
Poder.
¿Es esto censura? Nada tan incivilizado y
pre-democrático dirían los grandes de las Redes Sociales (Whatsapp, Instagram y Twitter tienen,
también, sus mecanismos de obstaculización de la disidencia). Sólo una pequeña
zancadilla sin importancia.
Nada ha cambiado mucho en la relación
entre el Poder y sus cortesanos:
Por la sucesión en el trono de Castilla,
libraban lucha fratricida Pedro I el Cruel y Enrique
Trastámara en presencia del caballero DuGuesclin, corría
el año 1396. En el fragor de la pelea, Pedro quedó sobre
Enrique y estaba a punto de apuñalarlo. El francés invirtió la situación
dejando a Enrique sobre Pedro.
Enrique mató a Pedro. El caballero DuGuesclin, para justificar su acción dijo aquella frase histórica que fue el
preludio a la dinastía de los Trastámara: “ni quito ni pongo Rey pero ayudo a
mi Señor”.
Sin duda Facebook actúa
como DuGuesclin.