sábado, 25 de abril de 2020

La inevitabilidad de los desastres


En un bonito artículo de E. Hernández enEl confidencialaccesible en (https://blogs.elconfidencial.com/espana/postpolitica/2020-04-25/iglesias-izquierda-coronavirus-hegemonia-desaparicion-clases_2561931/) podemos encontrar un breviario ( quizá el difunto Ciorán añadiría “de podredumbre”) que nos refiere a la posición standard de la prensa “progresista” de la España de hoy.
No he podido resistirme a comentar este manifiesto entrecomillando párrafos a los que añado, a continuación, mis comentarios al respecto:
Si leen el artículo verán que el autor describe la correlación de fuerzas políticas en España y el actual posicionamiento de las mismas. Para ello nos traslada su visión de cómo están las cosas:

A Iglesias se le suele utilizar como explicación de todo lo que se está haciendo mal en España”.

Parece que el autor considera que esto es injusto o, como poco, que Sánchez no sería tan criticado si no hubiera cometido el error de pactar con Iglesias. Seguramente nos quiere decir que la acción en sí del Gobierno de Sánchez no merece tanta crítica y la influencia de Podemos no es tan grande

 “la sobrevaloración de lo que está haciendo Podemos en el ejecutivo viene bien a las derechas porque permite recurrir a los extremos (que incluyen el bolivarianismo, Cuba y los tópicos habituales), pero también a los de Iglesias, ya que les permite vender algunas de las medidas del ámbito social o laboral como si fueran propias, como si no se pudieran haber tomado si no hubieran estado ellos cogobernando.”

Aquí es donde se despliega la equidistancia: los extremos son habitados por comunistas y liberales (ambos rechazables, claro); estos extremos intentan derribar al equilibrado Sánchez que, contra viento y marea, toma importantes medidas de ámbito social o laboral, que, por supuesto, el autor parece tener en gran consideración.

Imagino que se referirá al control de precios de los alquileres, al ingreso mínimo de integración, a la supresión de los módulos de los autónomos y a la fijación de los precios de las mascarillas. Todas ellas medidas muy inteligentes y de comprobada justicia y eficacia.

Por cierto, Venezuela y Cuba no son un tópico, son infiernos despóticos donde la gente carece de lo más elemental y se persigue y tortura a la oposición para seguir robando a manos llenas. Un pequeño detalle.

Dice nuestro analista que las medidas de Sánchez son “progresistas”.

Dice, aparentemente con tristeza, que encuentra poca reflexión en la izquierda. Imagino que se refiere a que no se han arrepentido de  los 110 millones de muertos que las tiranías comunistas han producido o al asfixiante y empobrecedor control socialdemócrata de la ya muy intervenida economía.

A continuación se extiende sobre el fondo del asunto. A mi me recuerda a las conclusiones del Foro Sao Paulo o a las publicaciones de la Open Society Foundations de Soros, pero juzguen por sí mismos. Quizá no esté yo siendo objetivo:

 “si en la música popular o en las formas de vestir unas tendencias formales suceden a otras para mantener el mercado activo, mientras que los cambios reales operan en la estructura del negocio, así ocurre también en la política. En las últimas décadas, la izquierda ha aportado esa innovación que han supuesto los cambios en las costumbres mientras que las transformaciones estructurales han provenido de la derecha. Ha habido cuatro momentos realmente significativos en la historia de Occidente en los últimos 50 años y todos han venido desde ese lado ideológico: la llegada el poder de Thatcher y Reagan y el inicio de la globalización, la de Bush Jr. y el 11-S, con la irrupción de un neoliberalismo más acentuado, la respuesta a la crisis de 2008 con el rescate al ámbito financiero, y la reacción a la pandemia en 2020, liderada por la des globalización iniciada por Trump.”

Con todos mis respetos, esto es un empastre que no dice nada salvo enhebrar tópicos al uso. Parece, no obstante, contener la idea de que la sabia dirección del Estado y el control de la Economía permite unos niveles de justicia y prosperidad que el cruel capitalismo nunca podrá alcanzar. Es lógico. Era de esperar en alguien que escribe en un país en donde las tesis anti-empresariales y la suspicacia ante la propiedad privada son parte inseparable de la concepción de lo Bueno y Virtuoso. Siempre es más bondadoso y solidario quien profesa tendencias izquierdistas. Como cualquier otra fe esto no varía por la existencia de evidencias en contrario. Vayamos por partes:

“mientras que los cambios reales operan en la estructura del negocio, así ocurre también en la política

La estructura de un negocio es la forma jurídica de la empresa y es independiente de sus objetivos. Hay cambio real cuando, por percibir que los deseos de los clientes han cambiado, se modifican dichos objetivos. Para esto puede ser necesario cambiar la organización de la empresa, no la estructura del negocio. Lo tomaremos como una digresión técnico-política auto contenida (signifique esto lo que signifique)

La izquierda sólo ha cambiado de disfraz manteniendo su estructura de negocio: conjunto de personas reunidas para conseguir, utilizar en propio beneficio en detrimento del mercado y mantener el poder, eliminando, en lo posible, los obstáculos que entorpezcan su libre ejercicio. A veces esta acción se ejerce sin consideración alguna de tipo ético o legal, a lo que a mí me parece
Como no podía ser de otra manera, en la derecha se han instalado muchas personas que se identifican con esta ejecutoria (como dijo Hayek, hay socialistas en todos los partidos).

“Ha habido cuatro momentos realmente significativos en la historia de Occidente en los últimos 50 años y todos han venido desde ese lado ideológico: la llegada el poder de Thatcher y Reagan y el inicio de la globalización, la de Bush Jr. y el 11-S, con la irrupción de un neoliberalismo más acentuado”

Ni Thatcher ni Reagan ni Bush cambiaron la estructura del negocio. Si acaso hicieron cumplir la Ley con los resultados positivos por todo el mundo percibidos.

Siguiente afirmación “llamativa” (como los periodistas dicen últimamente):

“la irrupción de un neoliberalismo más acentuado”

Esto lo dice de unos sistemas políticos con presiones impositivas del 65% en los que la creación de Bancos, la emisión de moneda o la estructura del crédito están en manos del Banco Central y, en definitiva, del Gobierno. Si el Juan de Mariana oyese tan despropósito se levantaría de su tumba pensando que el duque de Lerma era un liberal.

Tampoco es que haya habido ninguna des globalización impulsada por Trump. Si acaso una dura negociación sobre la reciprocidad. Detecto cierto lamento anti-americano.

No transcribiré más texto y recomiendo la lectura del artículo porque la conclusión que obtengo no es otra que: tener el poder es la única manera de disponer de los medios coactivos necesarios para recaudar lo suficiente para imponer una verdadera redistribución. La izquierda ha renunciado a tomar el poder (?) y por eso sus utopías, no pudiendo financiarse adecuadamente, han devenido irrealizables. Si los sueños fueran reales un asfixiante Poder mundial impondría impuestos suficientes como para financiar la utopía social-comunista.
Puro Sánchez-Iglesias a pesar de que el autor despotrica de Podemos y de “la derecha” en nombre de la equidistancia al principio del artículo.
Es el testimonio de un periodista de nuestro tiempo. Revela todo lo que es acertado y conveniente en el reino de lo políticamente correcto.

Nos falta cantar el “Resistiré” y dar palmadas a las ocho.



lunes, 13 de abril de 2020

El Gobierno y el virus

El Gobierno restó importancia a los riesgos de contagio y la gravedad del virus a pesar de todas las advertencias de los organismos nacionales e internacionales. Sobre todo se minimizaron los riesgos de las concentraciones masivas: hembrismo, futbol y mítines.

No se permitió el cierre de fronteras, en especial para ciudadanos chinos o, poco después, italianos. Con el apoyo de sus mamporreros a sueldo se insultó a quien es proponían estas medidas, tachándoles de racistas y, por supuesto, fachas.

Se ridiculizó a quienes  pedían que se hiciese acopio de material sanitario especialmente para los grupos de riesgo (ancianos, profesionales de la sanidad, trabajadores de servicios esenciales) y elementos de identificación de contagiados (test rápidos, PCR o de carga viral) ante el previsible colapso del sistema.

Una vez la constatación de la gravedad del virus se hizo imposible de ignorar, el Gobierno centralizó las competencias (innecesariamente en caso de la Sanidad Exterior que ya correspondía al Gobierno, a pesar de que, ahora, niegue sus responsabilidades). Como consecuencia de esto, las ya escasas existencias de material sanitario se redujeron drásticamente. A pesar de todo, el Gobierno prometía continuamente dotar al sistema de los equipos necesarios. Siempre al día siguiente y ese día nunca llegaba. De hecho,  casi 3 meses después de conocer la gravedad de lo que se venía encima, España está sin mascarillas en las Farmacias, hay que comprar el gel y los guantes dependiendo de los chivatazos de amigos o familiares, no hay tests suficientes para satisfacer las necesidades de control de contagios…..ni las habrá en un futuro próximo.

No se ha protegido el tejido económico intentando que las empresas mantengan su posibilidad de existir tras la pandemia: como en otros paises habría que  haber suspendido el cobro de los impuestos, facilitar las medidas de suspensión temporal de empleo y, si fuera necesario, los despidos para reajustar costes, liberalizar la producción y eliminar burocracia, impedimentos y rigideces a la hora de financiar a los empresarios cuya actividad haya caído en picado.

Se ha hecho todo lo contrario.

Además se quieren imponer gastos imposibles de financiar, como la renta mínima, que, además serían contraproducentes para estimular la búsqueda de trabajo.

En la avidez de recaudación a corto plazo se ha olvidado la cuestión fundamental: los impuestos los paga el sector privado, empresas y empleado. Si no hay empresas no hay recaudación. Si no hay dinero sólo quedan 2 caminos:


  • Subir más los impuestos y terminar de asfixiar a las empresas y a la demanda lo que redunda en más quiebras, menos consumo y, consiguientemente, menos recaudación….y vuelta a empezar.
  • Pedir prestado, lo que será cada vez más difícil ante la progresiva debilidad de nuestra economía.

Todos estos errores, con la cifra de muertos y contagiados asociada y las progresivamente más negras perspectivas de nuestra economía ha sido afrontada por el Gobierno social-comunista del único modo que conoce: propaganda y mentira.

Se ha acusado a la oposición, a las Autonomías de gestión deficiente en extremos que no eran de en su competencia, a la prensa minoritaria que refutaba las calumnias e invenciones de la mayoritaria prensa apesebrada. Se ha ensalzado a auténticos inútiles de acrisolada incapacidad incomprensiblemente encajados en los niveles medios de la Administración. Se han sustituido las personas competentes por personas afectas pero ignorantes de las competencias de sus respectivos ámbitos. 

Auténticos ignorantes han asumido tareas que ni comprenden ni quieren conocer. Con la inseguridad de los necios, estos paracaidistas castigan cualquier propuesta alternativa como disidencia. Quien no obedece es relegado. 

Resultado: nada funciona.

El Estado de obras de Gonzalo de la Mora, que perseguía aislar a los funcionarios de las vicisitudes políticas y los cambios en el Poder, quería propiciar la competencia técnica al servicio de España.

Tenía, inevitablemente, grandes defectos derivados del sistema autoritario en el que estaba imbricado. Pero tenía muchos puntos positivos derivados de la concepción Napoleónica de la Administración: funcionamiento independiente del entorno.

Un cúmulo de profesionales fuertemente preparados seleccionados por sus conocimientos enfrentaba la administración de la compleja maquinaria del Estado al margen, dentro de lo posible, de los cambios en el Gobierno de España. De hecho, los altos cargos estaban a otras cosas y dejaban trabajar a los funcionarios. Mi experiencia es que, en el organismo en que prestaba servicios, el Presidente, el Secretario General y los Subdirectores Generales eran elementos decorativos cuya participación en la gestión diaria de los asuntos del organismo era, prácticamente, nula.

Todo eso ha desaparecido tras cuatro décadas de politización de la Administración, oposiciones fingidas, nombramientos de compromiso y alteración inopinada de objetivos según cambiaban los gobiernos.

Un ejemplo paradigmático de todo esto puede ser el Ministerio de Irene Montero: innecesario, ineficiente, inútil, superfluo, impreciso, confuso, contradictorio…y carísimo. De otros se podrían decir cosas similares pero este es una buena muestra del talante actual: el cambalache, la trapacería, la ficción como instrumento de justificación de lo innecesario…. es la perfecta representación bufa de lo innecesario como proclama de la solemnidad. Niños jugando a indios y vaqueros, o superhéroes contra súper-villanos. Juegos de necios y malvados.
Y así estamos. 

martes, 7 de abril de 2020

El confinamiento

Nos han encerrado en casa.
Autorizados dictámenes de expertos han determinado que el mejor modo de evitar el contagio del virus SARS-Cov-2 es restringiendo la libertad de movimientos y disminuyendo, así, el contacto que produce la infección.
Parece que, cuando hablamos, tosemos, estornudamos, espiramos o bostezamos emitimos una nube invisible de gótulas (?) cargadas de virus que, mientras no son barridas por las corrientes de aire, permanecen en el aire a la espera de penetrar en nuestro sistema respiratorio e infectarnos con el peligroso virus. 
Como precisión adicional diré que esto de las gótulas es otro ejemplo de la incorporación de un término inexistente en el diccionario proveniente de entornos especializados, específicamente del mundo de la fumigación y los herbicidas. Bueno, es como "la gafa" de los ópticos o  "el pernio" de los cerrajeros. Que se le va a hacer.
El confinamiento al que hemos sido obligados combina la prescripción legal obligatoria y el castigo para el desobediente con una campaña de moralización pública destinada a que la población interiorice la reclusión como algo no solamente conveniente por razones de salud pública, sino como la materialización de una conducta virtuosa cuyo incumplimiento es, no sólo punible, sino rechazable desde el punto de vista ético.
Casi unánimemente los medios de comunicación nos inundan con empalagosas imágenes de
·    niños encerrados en sus casas pero orgullosamente felices de serlo por una buena causa
·    ancianos protegidos, al fin, por una acción responsable del Gobierno que impide su contagio y casi inexorable condena a muerte en caso de infección
·    profesionales de distintos sectores que combinan el esfuerzo heroico con la eficiencia abnegada
Sólo falta la zapatillita del niño palestino muerto en un bombardeo israelí mostrada ocho veces en ocho escenarios distintos como elemento de propaganda, convenientemente difundida por la televisión occidental. Por supuesto el niño no está muerto y el bombardeo nunca existió dónde y cómo las televisiones nos transmiten. Pura farsa.
Mientras tanto, los responsables del desconcierto, improvisación, ineficacia dolosa y corrupción que ha agravado lo que está sucediendo,  prorrumpen en alabanzas de esos niños, ancianos, sanitarios, policías y bomberos, mientras ocultan su lamentable gestión y aprovechan para instaurar un régimen tiránico y liberticida.
Pero es que, además, el confinamiento, en los términos impuestos, es una agresión a nuestras libertades, arbitrariamente rígido y perfectamente mejorable.
Lo único que hay que prescribir es la utilización de mascarillas y guantes y la observancia de los límites de distancia interpersonal necesarios.
¿De verdad hay algún problema en que yo me suba al monte de Abantos a andar con la persona más cercana a 2 km? ¿Fue necesario el despliegue de guardia civil para multar a un montañero que llevaba días en los Picos de Europa a miles de metros de cualquier otro caminante?¿qué problema hay en que la gente corra por Madrid Rio conservando 2 metros de distancia entre ellos y el más próximo?
Yo entiendo que quienes, a sabiendas del riesgo implícito en este virus, no tomaron ninguna medida para mantener sus convocatorias hembristas y la repugnante propaganda asociada, tienen el culo sucio y quieren sobrecompensar su irresponsable sectarismo con medidas innecesariamente estrictas. Como vulgarmente se dice: quieren ponerse a la cabeza de la manifestación para ocultar que callaron cuando tenían que hablar y disponer.
De nuevo propaganda comunista.
¡Quiero salir al monte a pasear, hijos de puta!