Impetrar la protección de Esculapio era ritual
obligado para los médicos de Roma si querían llevar a buen fin sus habilidades
curativas Los pacientes, los senadores o los pretorianos no se tomaban esto a
broma ni debatían racionalmente sobre la existencia de los dioses. En realidad,
negar esta liturgia podía perfectamente llevarte a visitar la arena del Circo
Máximo…y no como espectador.
Tampoco era asunto de ameno debate negar la Santísima
Trinidad o reivindicar la propia santidad en, por ejemplo, la corte de Carlos
XII de Francia o en la de Felipe II. Los tribunales eclesiásticos carecían, en
estos casos, de sentido del humor. El potro de tortura, también.
¡Qué decir sobre un blanco que tocara la trompeta con cuatro
negros en un local de Alhabama en 1920! No es probable que, después, fuera
admitido como candidato a la alcaldía. Incluso existía la posibilidad de que
tuviera desagradables visitas de unos capuchinos vestidos de blanco.
Mofarse de la excelencia de Mao Tse Tung en China a mediados
de los 70 posiblemente privara al bromista de adicionales ocasiones para hacer
bromas.
El Poder establecido no es benevolente con los herejes, los
disidentes o los insumisos. El Poder propende a la tiranía, lo sabía Juan de
Mariana y nos lo advirtió Tocqueville.
Los regímenes democráticos en donde se respeta el contraste
de ideas, la libertad de pensamiento y la garantía de los derechos
fundamentales es una excepción...generalmente efímera. La Historia ha conocido pocos momentos en los
que la libertad de comercio, la cooperación social y los derechos fundamentales
se hayan protegido en un contexto de imperio de la Ley.
Sólo la acción conjunta de los amantes de la libertad ha
obstaculizado la imposición del despotismo, que es la tendencia natural del
Poder. A veces. Muy pocas veces y por poco tiempo.
Ahora, en Occidente, estamos en tiempo de reflujo. Ayuda la
imbecilización de la sociedad facilitada por los medios de comunicación
gobernados por los enemigos del comercio (que diría Escohotado).
Los pueblos que no luchan por su libertad inexorablemente la
pierden, y el Eje del Mal lo sabe perfectamente.
Yo creí hasta hace poco que todo esto se debía a una
subrepticia ascensión del comunismo que, tras quedar a la intemperie su brutal
y sanguinaria iniquidad, habría sabido reclutar de nuevo a un ejército de
esclavos perezosos, resentidos y enemigos de la libertad.
Me equivocaba. La conspiración es completamente transversal
y los nuevos sátrapas utilizan todas las fuerzas disgregadoras que sirvan a la
fragmentación de la disidencia y la libertad. No es necesario dar nombres.
Todos los que piensan y conocen saben de qué hablo.
Sánchez, Iglesias, Castro, Maduro, Hasan Rohani, Martín Vizcarra, Evo Morales,
Joko Widodo…son diligentes mamporreros de los auténticos Amos.
Y los demás, los que pagamos las facturas, divididos en
aquiescentes, incondicionales, sicarios y escandalizados.
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